sábado, 24 de mayo de 2014

Castigo, culpa y responsabilidad (VIII)



Hasta ahora he hablado de los judíos  en torno al tema de castigo, culpabilidad y responsabilidad pero ahora pienso en los cristianos (al menos en los que más conozco por mi infancia católico-romana) y lo que veo es que su posición en estos dos mil años es similar a la judía, lo cual no es extraño porque al fin y al cabo tomaron la herencia mosaica: siguieron con los templos, montaron  a través de los siglos una “Tradición” a la que ponen en igualdad de condiciones con las Escrituras como base de su fe católica, mantuvieron una estructura sacerdotal superjerarquizada, ritos, cultos…
 
Con su comprensión de ”pecado” y de  “pecado original” cargaron a las gentes con unos  lastres, con unos miedos, con unas formas de “religiosidad” que los esclavizaron por siglos alejándolos de la verdadera espiritualidad (en el Concilio Vaticano II -1962-1965- se levantó oficialmente la prohibición de que los laicos leyeran   la Biblia) . Durante mucho tiempo fomentaron el sentimiento de culpa respecto a la muerte de Cristo, aterrorizaron a miles y miles de almas con las imágenes de un infierno horrible y eterno, se enseñorearon de las almas mezclándolo todo ello con frecuencia con obtener poder y riquezas… 




y a medida que pasaron los siglos y el Pensamiento humano se desarrolló se fueron rechazando todos esos montajes. Unos abiertamente surgiendo un claro autodenominado ateísmo; otros montando “sectas” que les hacían sentirse protegidos de un Dios terrible, vengativo y castigador; otros huyeron hacia una suerte de panteísmo y otros simplemente a un agnosticismo intentando la indiferencia. Hablo de mis impresiones, claro está, y una de ellas es que se sigue sin  conocer y entender a Dios, lo cual es comprensible, pero me refiero a que no se  está siguiendo un buen camino para llegar a ello. Por eso creo que también los cristianos necesitan que se cumpla lo que dice Apocalipsis 10. 11 Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.
Profecía como revelación, como explicarles, mostrarles lo que no entendieron, lo que malinterpretaron o lo que no quisieron o pudieron en su momento escuchar.

El mundo como planeta está, eso pienso, en unos momentos que se aproximan a su momento crítico. Hay mucho dolor y sufrimiento en las gentes y el equilibrio mismo de la biosfera es muy frágil. Si no crece el sentido de responsabilidad en cada uno de nosotros y seguimos echando las culpas a otros; si seguimos sin reconocer nuestros “pecados”: egoísmos, ignorancias, codicias, avaricias, materialismo a ultranza, ambición de poder, de riquezas, de fama…si seguimos yendo en contra de las leyes universales del amor haremos que las colectividades en que estemos inmersos tengan el mismo sello, y el sufrimiento, la violencia, el hambre y toda una serie de calamidades sobrevendrán. No será un castigo divino, serán las consecuencias de nuestras elecciones individuales y colectivas.
  
Es necesario, vital, que el hombre en su conjunto empiece ya a buscar realmente a Dios, no a su propio bienestar, su propio interés, su propio refugio contra miedos, o su propio canal de agresividad…Hemos estado utilizando su nombre, la idea de Dios, según nuestra propia conveniencia, pero Él por Él mismo ¿a quién le ha importado? 
Unos, atenazados por los miedos, se han mostrado dóciles a cualquier doctrina que se los calmara tomando como medida de la Verdad si les calmaba o no. Otros, o bien rebotados ante los anteriores o bien engreídos por un humanismo mal entendido, han querido prescindir de Dios. Aún otros más han hecho un Dios a su medida dada por la ira que acumulaban y otro gran grupo ha diluido la idea de Dios en una suerte de nebulosa energía.  
Quizás la Humanidad en su conjunto aún no ha apurado la copa del vacío existencial, del sinsentido, de la autodestrucción. He oído a veces una frase que dice más o menos que hasta que uno no toca fondo no empieza a remontar, quizás esto mismo pase con la Humanidad  y en algún momento recuerde, como el hijo pródigo, que puede tener un Padre donde todas esas calamidades, esa hambre, se desvanezcan y decida como él encaminarse de vuelta a casa. Será entonces cuando pueda reconocer Su Talante Perdonador y su Gran Amor.

No deseo otra cosa y ese deseo motivó estas reflexiones.

Elspeth. Abril 2013.
Citas deReina Valera 1960

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