ese es el gran sino,
el gran reto y desafío
que provee la existencia.
Amor que es diamantino
por sus vertientes y caras.
Amor que se manifiesta
en cada acto sin cobro realizado.
Amor que es compasivo,
solidario, hermanado.
Tú
irradiando amor,
cósmicamente radiante.
Nosotros ojalá espejos
que lo reflejen y expandan.
Eso quisiera, oh Dios,
para mi y mis hermanos
los de lejos y cercanos,
los despiertos
y los que despertarán mañana.
Tu lo sabes, es difícil, oh Señor
trascender nuestras congojas,
descubrir nuestros errores.
No porque no queramos
sino por pura ignorancia
Y luego ya conociendo
nos es difícil también
manejar las emociones.
Por eso solemos ir
tristemente descoyuntados
cayendo una y mil veces
lamentándolo después.
Gastamos mucha energía
tratando de mejorar
pero con frecuencia ciegos
a qué sería cambiar
Quizás es cuestión
de saber donde posamos la mirada.
Tú dijiste:
“Mirarán a Mí a quien traspasaron”
Lejos de vanos orgullos,
o de cobros a lo humano
por puro amor lo dijiste
porque en Ti está el bálsamo,
en Ti la cura,
en Ti la fuerza
para vencer este mundo
sumergido en la locura.
Mirarte a Ti es ver
la generosidad
más pura,
el modelo de Nobleza,
la pasión más positiva.
Mirarte a Ti comprendiendo
es la infinita riqueza
del Amor de Dios
en un hombre proclamado.
Y postrados a tus pies,
duchados por agua y sangre
de tu divino costado,
se nos cambia el corazón
de mezquino a entregado.
Eso tu haces, Señor,
la extraña operación que se dijo:
que unos seres materiales
egoístas e inconscientes
nazcan por tu Luz
a ser espirituales.
¡Que maravilla, Señor!
El universo entero debe estar
encandilado
viendo como el Rey de reyes,
el Rey de Gloria,
muestra su magnanimidad más grande.
Cómo bajándose hasta lo más ínfimo
lo eleva hasta alturas
celestiales.
Elspeth. Julio 2010
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