domingo, 14 de diciembre de 2014

Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres



Lc 2. 13 Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían:
14 !!Gloria a Dios en las alturas,
Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!

Habla de dos conceptos: paz y voluntad.
Respecto a la voluntad  como en tantas otras ocasiones, a lo largo del tiempo, hombres han cambiado el sentido (y la letra en ciertas traducciones) de lo expresado. Así, se ha hecho popular la expresión " y paz a los hombres de buena voluntad".
No es un cambio menor el realizado ya que pasa de decir que es la buena voluntad de Dios para con los hombres el que nazca Jesús a que la buena voluntad reside en los hombres.
 
En realidad manifiesta poca comprensión y/o respeto a lo que dice el Señor , el cual dijo
Mt 9. 13 Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.

Así que  incluso la frase popular debería ser cambiada pues vino a llamar no a los de buena voluntad sino a los de mala para que cambiaran. 
La buena voluntad de Dios para con los hombres...
Jn 3. 16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 


Respecto a la paz habría qué preguntarse qué paz es la que anuncian los ángeles y ahí de nuevo, para mí, la respuesta es la misma: Jesús trae la paz de Dios, de la misma manera que es manifestación de la buena voluntad de Dios para con los hombres.

Pero ¿cuál es es esa paz? No debe ser la que entiende el mundo ya que Jesús dice:
Jn 14. 27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da

Lo que creo entender es que el concepto de paz al uso como ausencia de guerras, tensiones, conflictos, agresiones etc no es el mismo concepto que tiene Jesús, ni Dios.
 Jn 16. 33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.
Tener paz, pues,  no es sinónimo de no sufrir penas, no sentir dolores de uno u otro tipo, no ser golpeados por un conflicto u otro. Parece que tener paz va por la línea de no tener miedo
Jn 14. 27 No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.

Creo que en general el mayor miedo del hombre  (aunque adopte diferentes vestiduras o racionalmente lo domestique) es el miedo al dolor y a la muerte. Tanto uno como otra pueden ser de diferentes ámbitos: miedo a una enfermedad, miedo a ser rechazado, miedo a ser menospreciado, miedo a que otro sepa más y nos pueda dominar, miedo a no ser amado,miedo a lo desconocido, miedo a no ser escuchado, miedo a ser explotado...
Y puede ser un miedo individual o grupal
Job 34. 29 Esto sobre una nación, y lo mismo sobre un hombre
Por ejemplo, cuando una nación agrede a otra ¿no hay implícito, tras la aparente ambición, un miedo inconsciente  a que esa nación pueda hacerse tan fuerte y poderosa que la ponga a su merced y pueda destruirla como tal? Miedo al otro.

¿Y qué dice Jesús?
Mt 10.28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar
Es el alma lo que importa, lo que tiene existencia más allá de lo que dure el trayecto que llamamos vida y ella es la que puede tener paz aun cuando su vehículo mortal pueda no tenerla.
La paz que puede tener es la que tuvo y dejó Jesús: perfecta imbricación en el orden de Dios. Porque donde hay orden hay paz y la ordenación de Dios reside en el amor pues Él mismo es amor.
En el reino de Dios es el hacer el bien al otro el que rige pensamientos, sentimientos y acciones; no es la prevención, la ambición, la envidia, el egoísmo, el individualismo...No hay miedo al otro porque todos son uno, un conjunto de seres unidos entre sí y unidos a Dios.

Jn 17. 20 Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,
21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.
23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. 

Y cuando en  la Tierra sea vencido el miedo al otro y se vea al otro como un "hermano" a quien hacerle bien y a Dios como un "Padre" a quien respetar, obedecer y amar entonces se dará aquello de "así en la tierra como en el cielo", habrá en la Tierra la misma paz que en el "cielo".


Elspeth. 12-14
Citas de Reina Valera 1960

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