El siguiente escrito surgió un día del año pasado en que, acabados los otros textos sobre los "Yo soy", sentí el impulso de escribir sobre el séptimo. Y en esta ocasión lo que surgió en principio fue el expresar por qué para mí, en mi experiencia vital, Jesús lo era. De ahí pasé a tratar de plasmar algo de lo que entendía hasta ese momento de qué suponía ese "Yo soy" a nivel de pueblo o nación. Así pues este escrito contempla (eso me parece al revisarlo) las dos vertientes: la individual y la grupal. No me parece del estilo de los otros escritos sobre los "Yo soy" y pienso que , si se da, quizás en otro momento lo retome desde otra perspectiva, con otra profundidad.
Yo experimenté la muerte espiritual. Durante años,
abandonadas mis creencias y vivencias infantiles y juveniles que habían sido nucleares en mi vida, me posicioné como
agnóstica y a temporadas como atea echando a Dios de mi vida. Me sumergí en una percepción del mundo
humanista y en ella me moví. Llegó un
momento en que se agotó esa percepción, ese entendimiento de mi vida y de la
vida y quedé varada en una playa sin otra claridad que un gris monótono, sin
otro horizonte que un devenir hasta
cierto punto sin sentido o con un sentido limitado con escasa proyección. Podía
seguir mi vida creciendo en conocimiento, con una emocionalidad equilibrada,
con una sociabilidad buena, sentirme útil, querida... pero nada más; ahí
terminaba el recorrido. Entonces sentí una gran hambre, una gran sed, una gran
sensación de vacío.
Viví por un tiempo en esa seudo-paz
de pensar y sentir que ya había conocido, experimentado, degustado la
vida mortal y pensaba que lo había aceptado. Entonces, de improviso…Dios. Y ahí
todo cambió, todo cobró sentido, todo fue iluminado, llenado.
Fue Jesús quien me “resucitó”. ¿Por qué digo
esto? Porque fue al volver a contemplarle en la cruz cuando sucedió. “Si eso fuera cierto
ningún amor como éste” exclamé ante Él y entonces “nací”, “abrí los ojos” y “vi
a Dios”. Como Padre amoroso me tomó a
sus cuidados. Las lágrimas que por un largo rato brotaban incontenibles de mis
ojos eran como las aguas que se producen
en un parto, como las aguas que lavan al recién nacido.
Jesús me dio la vida y me trajo a Padre. Por
eso digo que para mí Él es la Resurrección y la vida, porque me sacó de región
de sombras de muerte a la luz de la Vida en Dios.
Lo que llamo yo el día D fue el parto, el
nacimiento, pero a partir de ahí nunca ha dejado de darme vida.
Igual que un recién nacido, un bebé, pasa la
mayor parte de su tiempo en compañía de
sus padres que le cuidan constantemente así me sentí yo los primeros tiempos Y
en la intimidad me cuidaba, me lavaba, cambiaba mis pensamientos, mis
sentimientos. Me alimentaba con sus palabras, sus consejos, sus enseñanzas
particulares. Con amor escuchaba mis tonterías, mis miedos, mis alegrías y penas
y siempre me consolaba, me corregía, me daba fuerzas.
Crecí a su lado y poco a poco me condujo a la Escuela, me llevó a la Biblia para que le conociera mejor y entendiera más.
Allí estaban sus palabras y estas me
dieron, y dan, vida en abundancia
Jn 6. 63
las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
Jn 10.10
yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Alguien reveló esto: Jn 17.3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el
único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.
Y esta es la vida que se me ha dado y da. Como exclamó Pedro Jn 6.68 Tú tienes palabras de vida eterna, lo mismo exclamo yo.
Lo más claro que tengo es que ese conocer y
entender es mi plenitud, el sentido mayor de mi vida y de la Vida, y si deseo que lo de “eterna” se refiera
también a sin término temporal es porque lo que conozco y entiendo es limitado,
siempre habrá más que conocer y entender de Él, de Ellos, por su infinitud. Y
es todo tan, tan inmenso que no quiero acabar nunca para poder agradecerles
siempre, sin fin.
La proyección de esta “vida eterna” (que empieza aquí en esta existencia mortal y no tras la muerte física como suele pensarse) sobre el devenir de mi existencia corpórea es tal que me transforma día a día.
¿En qué?, me han preguntado con frecuencia.
En esta existencia corpórea uno es lo
que piensa y siente lo cual viene dado
por la interacción con lo que percibe como realidad. Si para uno la realidad no
se agota ni mucho menos con lo material, lo físico, lo sentimental, lo temporal,
sino que la realidad que percibe va mucho más allá, percibe maravilla tras
maravilla en lo universal, incluyendo esto planos o dimensiones no
“sensoriales”, entonces…
Si todo humano busca en último término amar y
ser amado y en esta existencia mortal sólo puede encontrar amores limitados
(por el grado de evolución existente) ¿cómo no ha de transformar el recibir un amor
sin otro límite que el que uno esté dispuesto a aceptar? ¿Y cómo no va a llenar la vida el
corresponder a ese amor?
Es un proceso, un caminar.
Ef 4.13
hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de
Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
La plenitud de Cristo:
Jn 8. 49
Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis.
Jn 8. 54 Respondió
Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me
glorifica, el que vosotros decís que es vuestro Dios. 55 Pero
vosotros no le conocéis; mas yo le
conozco, y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros; pero
le conozco, y guardo su palabra.
Jn 10.30 Yo
y el Padre uno somos.
Esa es la vida que da Jesús, la Vid que da
pámpanos que mueren si se separan de ella. Esto último hice yo pero perdonándome,
me resucitó y me volvió a unir.
Si Jesús no hubiera venido y enseñado con sus
palabras y sus obras lo que había ido diciendo y haciendo el Padre a través de
los profetas y los textos, seguiríamos sin poder conocerle y entenderle por eso
Jesús dice
Lc 24.44 Y
les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que
era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de
Moisés, en los profetas y en los salmos.
Y rastreando toda palabra y acción suya se
puede, porque así Él lo quiere, adentrarse en el conocimiento y entendimiento
del Padre en lo que expresó en el AT.
Esto en cuanto a lo individual, en cuanto a
lo grupal, de pueblo
Job 34.29
Si él diere reposo, ¿quién inquietará? Si escondiere el rostro, ¿quién lo
mirará? Esto sobre una nación, y lo mismo sobre un hombre;
Si los integrantes de un pueblo están
“muertos” espiritualmente, el pueblo en su conjunto lo está
Ez 37 El valle de
los huesos secos
1La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová,
y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. 2 Y me
hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos
sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera.
Él dice que los resucitará:
4 Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos,
oíd palabra de Jehová.5 Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos:
He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis.6 Y pondré
tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de
piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová.7
Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo
profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su
hueso.8 Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y
la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu.9 Y
me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu:
Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre
estos muertos, y vivirán. 10 Y profeticé como me había mandado, y
entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército
grande en extremo.
Por medio del Consolador
Jn 16. 8
Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
9 De pecado, por cuanto no creen en mí; 10 de justicia, por
cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 11 y de juicio, por cuanto
el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.
Que entiendo como que les hará comprender que
sí han pecado y en qué (doctrinas engañosas, priorizarse a sí mismos, maldades…);
les hará entender la justicia de Dios que retribuye a cada uno según su obra:
perdón para quien lo acepta y Jn 3. 48 El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene
quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero; les enseñará cómo el egoísmo, el príncipe de
este mundo, ya ha sido comparado con el altruismo de Jesús y ha perdido.
Y esto por medio de la explicación, el
desvelar lo que traen los “cuatro vientos”, los cuatro evangelios.
Ahí es donde se dará la resurrección espiritual a nivel
de pueblo. Y ahí es donde se puede entender que Yo soy la Resurrección significa que el pueblo que sí le reconozca
y le acepte pasará de muerte a vida
Jn 5.24
De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió (ya sea ser individual o nación), tiene vida eterna; y no vendrá a
condenación (Jn
3.19Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los
hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.), mas ha pasado de muerte a vida.
Creo que es por esta comprensión que Nibaldo
enseña que Ezequiel corresponde, como libro, a ese Yo soy expresado por Jesús. Y dice que, en concreto habla de la
resurrección de la casa de Israel Ez 37. 11.14.
Resurrección de la que habla también Jesús
claramente a Nicodemo: Jn 3. 7 Os es
necesario nacer de nuevo. Como nación y esto ocurrió con la creación del estado de Israel a mitad del siglo XX pero aún no entró en ellos el Espíritu como pueblo.
El por qué dice Jesús “Yo soy la resurrección
y la vida” creo que puede ir porque así como el nacimiento es el inicio de una vida,
la resurrección es un volver a nacer que inicia la Vida, mas se ha de permanecer
en Él para tener vida tras ser resucitado
Jn 15. 6 El
que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará
Jn 15. 9 Como
el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.
10 Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor;
así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
Así como si un niñito no toma alimento muere,
si no bebe muere, si cruza por una carretera puede ser atropellado, etc…así una
vez resucitado, ya sea individuo o pueblo, tiene que alimentarse, beber, ir por
buen camino, obedecer a sus padres… para tener vida.
Vida que da y sostiene Jesús en cuanto que es
alimento, bebida, camino, pastor, luz… (Los otros Yo soy).
Nibaldo ha dicho muchas veces que la lanzada
dada al Costado de Jesús es como una metáfora de un parto en el que sale agua y
sangre, y la abertura producida es una puerta, la del arca, la puerta de las
ovejas. Tengo para mí, en cuanto a mi experiencia vital, que así es, que por
esa puerta me fue permitido entrar y que, entrando, vi Luz y me dio a comer de
su Enseñanza, su Doctrina, y a beber de su Amor manifestado primero en su
perdonarme; que me condujo a los buenos pastos y claras aguas de la Biblia
llevándome por Camino verdadero, el de la Santidad de la Verdad; que como Buen
Pastor me buscó cuando me perdí, me defendió de quienes buscaban mi alma, curó
mis heridas, no me cargó más de lo que podía soportar, me corrigió si mis pies me
apartaban…
Pienso que no es casualidad que el último de
los Yo soy que abordo sea justamente
éste porque en mi caso encierra todos los otros.
26-05-13
Elspeth.
Citas de Reina Valera 1960
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