jueves, 7 de agosto de 2014

El enojo de Jesús

Mr 3. 5 Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana. 

Un día meditando sobre esta frase recorrí el fragmento que titularon "Jesús acusa a escribas y fariseos ". Hasta entonces, cuando lo leía, siempre había oído la voz de Jesús airada y le imaginaba con rostro enfadado, crispado, pero esta vez no fue así. Esa vez su voz traslucía una intensa tristeza, un profundo dolor que me conmovió hondamente. Pasado el flash medité largo rato sobre ello recorriendo mentalmente todo lo que había sido hecho por este pueblo y cómo sus dirigentes, sin entendimiento ni discernimiento, lo habían llevado por caminos (doctrinas) extrañas. Recordé voces de profetas, repasé palabras y obras de Jesús y sentí viva pena por Él y por ellos.   Por Él por ver su amor menospreciado, no reconocido y menos aún agradecido; por ellos por ver su cerrazón, su ceguera, su sinsentido.

Anoche, ignoro por qué, volvió a mí el recuerdo de esta vivencia y hoy releyendo el pasaje de nuevo oía a Jesús reconviniendo a escribas y fariseos al estilo de como un padre, fuertemente decepcionado, lo haría con unos  hijos díscolos, desobedientes, sordos a sus enseñanzas, ciegos a lo que hace por ellos, centrados en intereses contrarios al bien de la casa paterna...

Desde hace muchos años  sabía por mi formación que detras de un enojo, de una rabia o de la ira siempre hay un dolor pero hasta el momento que he narrado no había unido este saber al episodio de lo que había oído como "la ira del Cordero"  y sinceramente  pienso que el flash me supuso un regalo por cuanto creo que se me permitió ir más allá del velo de la apariencia de ira o enojo para ver (entender) qué había tras él.

Elspeth. 7 de agosto 2014.
Citas de Reina Valera 1960



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