Todo
tiene su lugar.
Y su
tiempo.
Los
pájaros que ahora cantan
lo
saben.
Las
plantas que aquí verdean
lo
aceptan.
Sólo el
hombre sigue un costoso proceso
en
busca de su lugar
y su
tiempo.
Y
quizás es que su destino
es muy
alto,
quizás
es que le cuesta creer
que más
que ser material
puede ser.
A
tientas busca
y rebusca,
se mira
y se
vuelve a remirar,
y
quizás en ello se pierde
como
náufrago en el mar.
Quizás
sólo si mira
más
lejos,
más
alto,
más
hondo,
pueda
su destino encontrar:
ser una
réplica perfecta
de
Aquél
que por
Amor se entregó,
que
siendo Dios se hizo hombre
y
así el Camino marcó.
Aún no
comprende el hombre
que Él
es Puerta,
es
Camino,
es Alimento
y Pastor.
Que
sólo si en la cruz le mira
entregado
por amor,
por
misericordia divina
puede
obtener el Perdón.
El
hombre no quiere
ni oír
hablar del pecado
quizás
porque aún no entiende
que en
mentira está atrapado.
Unos
que se auto-engañaron
dieron
una doctrina extraña
provocando
en el hombre
que aún
no vea la mañana.
En la
noche de los tiempos
como
ciego se debate
y sólo
clama a los cielos
si la
adversidad le abate.
Piensa
que de sí mismo es dueño,
que es
grande y que es fuerte
y sólo
duda de su sueño
ante la
enfermedad y la muerte.
Ahí se
asusta,
se ve
débil e impotente
y si
sabe aprovecharlo
quizás
despierte su mente.
Pasa
hambre y no la siente,
pasa
sed y arena bebe,
se
viste de ropas falsas
que en
su delirio ve galas.
¡Ojalá
pudiera verse
como
ante Dios aparece!
Entonces
pediría agua,
el agua
que da la vida.
También
por pan clamaría,
el pan
que alimenta el alma.
Dejaría
atrás sin miedo
cárceles
y sepulcros blancos,
la
mentira, el engaño,
la
injusticia, la impiedad,
la
opresión, el maltratar…
Tantas
y tantas cosas
que con
sus crueles grilletes
le han
privado por milenios
de su
ansiada libertad,
aquella
que como Jesús dijo
ya hace
dos mil años atrás,
sólo se
puede alcanzar
por
conocer la Verdad
Elspeth. Mayo 2009
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