Simón, el mismo que sané de su lepra, me
ha rogado que viniera a su casa a cenar pero ¿para qué lo ha hecho? Su boca dice estar agradecido pero sus actos
callan: he entrado en su casa y no me ha ofrecido agua para lavarme los pies,
tampoco me ha dado el beso de bienvenida, ni ha ungido mi cabeza con aceite.
Sanó su lepra carnal mas su corazón…
No es una cena íntima pues que ha
invitado amigos suyos y forzosamente debe saber de su actitud para conmigo.
¡Oh, María! Veo tu corazón y me conmueve
tu sentimiento. Tu agradecimiento por haberte salvado se ha hecho perfume sobre
mí. Yo también te agradezco, eres como un soplo fresco en esta cena tan árida.
Me estás amando, ante la vista de todos estos que no reconocen. Sabes lo que
piensan, como Yo, pero no te importa; el
sufrimiento de tu vida pasada te ha liberado de servidumbres a juicios
humanos. Sé lo que sientes: amor, agradecimiento, ternura, compasión hacia mí.
Siento tus lágrimas refrescando mis pies
cansados y la caricia de tus largos cabellos negros secándolos. Caldeas mi
corazón y apoyas mis fuerzas entre tanto duro de corazón.
¡Ay, Simón, no me conoces! Sé mejor que
tú quién es esta mujer pero tu odio te impide verlo. No entiendes porque no
amas.
Has entendido la parábola pero sólo
intelectualmente, no entró en tu corazón por eso no la aplicas a ti mismo. Te
has sentido reconvenido por mis palabras comparando tu actitud hacia Mí con la
de ella y en lugar de admitir la corrección y cambiar tu actitud te has sentido
herido.
¡Ay, Simón, si no perdonas, el encono se
enquistará en ti y te llevará a negrura y dolor! Sólo el amar da vida, paz,
felicidad.
¿Por qué os enojáis con ella? Sé bien
por qué; en el fondo habéis sentido de celos de ella porque se ha atrevido a
expresar y hacer lo que vosotros ni aún en los momentos en que me habéis reconocido
habéis hecho. Habéis sentido celos porque habéis captado en mi relación con
ella en estos momentos una muestra del
perfecto amor en que ambos quedan contentos: Yo por el gesto de María
hacia Mí y ella por el perdón y amor recibido. Y en vez de aprender de ello os
ha producido enojo. ¡Pobres amigos que queréis y no podéis! No podéis porque
aún no os habéis vaciado de vosotros mismos, porque aún os importáis a vosotros
mismos más de lo que os importo Yo.
Habéis puesto la excusa de los pobres
como si no pudierais siempre que queráis atenderlos ¿Por qué sólo pensáis aún
en pobres en lo material?¿Acaso no es pobre el débil ante un esfuerzo, el
solitario de compañía, el despreciado de reconocimiento, el ignorante de
conocimiento? ¿Acaso no erais pobres vosotros de conocimiento y Yo os he
provisto?
María me ha sentido pobre, pobre de ser
amado (que no querido), pobre de reconocimiento por parte de todos, pobre de
ser cuidado aún en lo material, por eso ha hecho lo que ha hecho, y no le ha
importado que la juzgarais o la despreciaran, le importaba más Yo que ella
misma.
En cambio incluso uno de vosotros ha
osado decir que lo que me había dado era un desperdicio. ¿Tan poco me valoráis?
¿Tan poco me veis?
¡Ay mis pobres amigos! Algún día
entenderéis y lamentaréis no haber aprovechado los momentos Conmigo. Pero os
deberéis perdonar al comprender que ahora hacéis aquello que en este momento
sois capaces porque más adelante, sobre todo cuando ya no comparta con vosotros
mi vida terrena, entonces me veréis con más claridad.
Os conozco muy bien a todos y por ello
no me ha sorprendido vuestra reacción pero el saberlo no me sustrae de un
cierto dolor y tristeza, por eso María me ha sido un consuelo. Soy un
hombre y como vosotros necesito ser amado; cuanto más olvidéis esto menos me
conoceréis. Cuanto más os empeñaréis en verme y describirme como Dios olvidando
mi humanidad más impediréis que los hombres vengan a Mí. Dios es Amor y la
divinidad reside en amar, y eso aún no lo habéis comprendido.
Elspeth. Abril 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario